Juan Carlos Valencia pidió acciones contundentes de la Fiscalía e instituciones del Estado tras brutal agresión a menor de la comunidad Embera Katío.
El diputado de Risaralda, Juan Carlos Valencia, expresó su más enérgico rechazo frente a los hechos de violencia registrados en un video difundido recientemente, en el que una niña indígena de la comunidad Embera Katío es brutalmente agredida por varios adultos en el municipio de Pueblo Rico, Risaralda.
“Nos unimos al rechazo manifestado por el gobernador Juan Diego Patiño y exigimos a las autoridades competentes una respuesta clara, efectiva y sin dilaciones frente a los responsables de este hecho aberrante”, manifestó Valencia.
El video ha generado indignación a nivel nacional por la violencia ejercida contra la menor y ha reavivado el debate sobre los límites de la jurisdicción especial indígena, en especial cuando se vulneran los derechos fundamentales de los niños.
“Ninguna cultura puede ser excusa para el maltrato”
El diputado advirtió que ningún marco normativo, por legítimo o ancestral que sea, puede justificar actos de violencia contra menores. “Aquí no solo se golpeó a una menor de edad, se golpeó a una mujer, a una integrante de un pueblo ancestral, pero ante todo, a un ser humano con derechos, dignidad y protección constitucional”, subrayó.
Valencia enfatizó que aunque la diversidad cultural y la autonomía de los pueblos indígenas son principios fundamentales que deben respetarse, jamás deben estar por encima del derecho a una vida libre de violencia, especialmente cuando se trata de niñas, niños y adolescentes.
Exigen intervención urgente del Estado y revisión de prácticas comunitarias
El diputado hizo un llamado urgente a la Fiscalía General de la Nación, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), a la Defensoría del Pueblo y demás autoridades nacionales y territoriales, para que se garantice la protección inmediata de la niña agredida y se castigue ejemplarmente a quienes resulten responsables.
Asimismo, instó a las autoridades indígenas a revisar prácticas tradicionales que puedan poner en riesgo la integridad física y emocional de sus integrantes, especialmente de sus mujeres y niñas.
“¡Ni una niña más violentada! ¡Ni una cultura usada como pretexto para el maltrato! ¡Justicia ya!”, concluyó.
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