Andrés Tamayo, el precandidato con quien todos se quieren tomar un café

En la política risaraldense hay un hombre que, sin haber sido elegido aún, ya parece el galán de telenovela del tarjetón.




Se trata de Andrés Tamayo, el abogado pereirano que recolectó firmas con su grupo Risaralda + Grande y que ahora está a la espera de que la Registraduría le diga “sí, acepto” a su aspiración a la Cámara de Representantes.

Y mientras llega ese aval, Tamayo anda más solicitado que tinto caliente en día de paro. Varios partidos le coquetean para sumarlo a sus listas, y no es para menos: se ha mostrado activo, con discurso fresco y —dicen algunos— con una mezcla de independencia y picardía que en tiempos de apatía política suena a oro puro.

El hombre, muy juicioso, salió a las calles con su combo de la abejita (el logo de su movimiento) a recoger firmas, y parece que con eso picó la curiosidad de más de un dirigente. Tanto así, que lo que comenzó con un tinto entre amigos ya va por una agenda digna de barista profesional.


Primero, los Verdes le invitaron a un almuerzo (y aún nadie confiesa quién pagó la cuenta). En la mesa habrían estado los actuales representantes Alejandro García y Carolina Giraldo, además del exalcalde Rodrigo Toro, quien al parecer se volvió su fan número uno. La idea es que Tamayo se sume a su lista para mantener vivas las dos curules del partido, y de paso, darle sabor a la contienda.

Pero no solo los verdes lo quieren en su vitrina. Desde el Centro Democrático también lo han llamado para ofrecerle “un café patriótico” y tentarlo con la posibilidad de representar el ala joven y renovadora del uribismo risaraldense.

Y cuando parecía que el menú de cafés no podía crecer más, llegó el que hizo levantar cejas: Tamayo reunido con líderes conservadores y con Juliana Ospina, esposa del senador Gustavo Moreno (ASI). Dicen que ese café estuvo tan cargado que hasta Diego Patiño —jefe natural del grupo al que Tamayo pertenece— quedó boquiabierto.

Ospina, cuentan, fue directa: quería convencerlo de sumarse a una lista entre el Partido Conservador y la ASI. Un movimiento que, si se concreta, haría temblar más de un tablero electoral.


Mientras tanto, Tamayo sigue en modo zen: escucha, conversa, sonríe y no se casa con nadie… por ahora. Lo único que tiene claro —y lo repite cada vez que le preguntan— es que para el Senado, su respaldo será para Diego Patiño Amariles, porque como buen “patiñista de cuna”, sabe que la lealtad también se cultiva, aunque los demás sigan insistiendo en invitarlo a otro café.

Y así, entre tintos, firmas y coqueteos políticos, Andrés Tamayo se va posicionando como el precandidato más codiciado de la temporada. Si esto fuera una serie, se llamaría: “Café con aroma de aspiraciones”.

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