Papa Francisco muere a los 88 años: impacto global en la política y la fe

Este lunes 21 de abril de 2025, a los 88 años, falleció el papa Francisco, según confirmó oficialmente el camarlengo, el cardenal Kevin Farrell, a través de un comunicado de la Santa Sede en la madrugada de Roma. 



Su muerte, atribuida a complicaciones tras una neumonía doble, provocó un torrente de condolencias y homenajes de líderes mundiales que destacaron su humildad, su defensa de los pobres y su impulso a la reforma eclesial.
 
Con ello, la Iglesia entra en periodo de sede vacante, iniciándose de inmediato las preparaciones para el cónclave que elegirá a su sucesor, y el mundo se enfrenta ahora a un momento de gran simbolismo y transición papal.

Fallecimiento y primeras reacciones


El anuncio oficial de la muerte del pontífice tuvo lugar pocas horas después de su última aparición pública en la Plaza de San Pedro el Domingo de Pascua, en la que había mostrado signos de fragilidad tras su hospitalización de 38 días por neumonía doble.

De inmediato, jefes de Estado y de Gobierno como el presidente de Filipinas, Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr., el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente ucraniano Volodímir Zelenskiy, entre otros, elogiaron su legado de justicia social, diálogo interreligioso y compromiso con el medio ambiente.

Sede Vacante y liderazgo temporal


Según el Código de Derecho Canónico, al producirse la muerte del Papa inicia automáticamente la sede vacante, durante la cual el camerlengo asume la custodia de los bienes y archivos pontificios y dispone el cierre de los aposentos papales.

El canon 416 del Derecho Canónico regula esta fase, definiendo las obligaciones y prohibiciones de la Santa Sede hasta la elección del nuevo pontífice Vaticano.

Durante este periodo, la administración ordinaria de la Iglesia recae en los cuerpos colegiados de la Curia romana, pero no se pueden tomar decisiones de largo alcance ni nombrar nuevos obispos.



Proceso de elección del nuevo Papa: Convocatoria y normas del cónclave


El cónclave se celebrará entre 15 y 20 días después del fallecimiento, en la Capilla Sixtina del Vaticano, con los aproximadamente 120 cardenales electores que no hayan cumplido 80 años.

Antes de entrar al recinto sagrado, los cardenales participan en una misa preparatoria y prestan un estricto juramento de secreto.

Para ser elegido, un candidato debe obtener al menos dos tercios de los votos en escrutinios diarios, realizados habitualmente dos veces al día. Si tras 30 votaciones no emerge un vencedor, las reglas —establecidas en la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis— permiten elegir con mayoría simple entre los dos cardenales más votados, aunque este procedimiento rara vez ha sido necesario.

Principales candidatos


Entre los nombres que circulan con mayor fuerza se encuentran el secretario de Estado Pietro Parolin, el mediador internacional Matteo Zuppi, el filipino Luis Antonio Tagle (posible primer Papa asiático) y el estadounidense Timothy Dolan. En el ala conservadora, destacan Robert Sarah y Gerhard Müller, ambos críticos de las reformas de Francisco.

Implicaciones para la Iglesia Católica


La mayoría de los cardenales electores fueron nombrados por Francisco, lo que podría inclinar la elección hacia una línea de continuidad con sus reformas en transparencia, lucha contra la pobreza y apertura al diálogo interreligioso.

No obstante, persisten tensiones entre sectores más tradicionales y progresistas, por lo que el nuevo Papa deberá equilibrar la defensa de la doctrina con las demandas de la renovación pastoral.
La elección tendrá además un fuerte componente geográfico y cultural: un pontífice procedente de Latinoamérica o Asia reforzaría la impronta globalizada que Francisco imprimió a la Iglesia, mientras que un candidato europeo podría restablecer un perfil más tradicional.


Impacto global y geopolítico


La figura del Papa trasciende lo religioso: es jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano y voz moral en foros como la ONU y el G20. Su sucesor heredará una agenda marcada por la crisis climática, la migración y los conflictos regionales, ámbitos en los que Francisco jugó un papel activo.
Asimismo, el nuevo pontífice influirá en la diplomacia vaticana: mediaciones en Oriente Próximo, diálogo con China y la Iglesia ortodoxa, y la gestión de los abusos sexuales, pendiente de mayores mecanismos de rendición de cuentas.

Mirada al futuro


En pocas semanas sabremos si la Iglesia opta por la continuidad de un perfil reformista o un giro hacia posiciones más conservadoras. Sin embargo, el legado de Francisco —su énfasis en la misericordia, la periferia y la conversión ecológica— seguirá marcando el debate interno y la proyección internacional del catolicismo. La nueva elección papal será, en definitiva, un punto de inflexión para la fe de mil millones de católicos y para el escenario moral y político global.

Publicar un comentario

0 Comentarios